Ayer, un hombre saltaba del cuarto piso de un hospital infantil junto a su hija de un año. ¿Qué lleva a una persona a cometer esta acción?
Un hombre se arrojaba ayer del cuarto piso del hospital infantil de La Paz en Madrid. No era un suicidio al uso: el hombre se llevó consigo la vida de su bebé de un año de vida. La pequeña se encontraba hospitalizada por una patología cardíaca y ya había recibido el alta. Según recogen las últimas informaciones, la pareja había tenido una fuerte discusión en la que se pudo oír al homicida gritarle a la madre:“Me las jugado”.
Pero cuando el personal sanitario entró en la habitación, no pudo hacer nada para evitar que el homicida saltara por la ventana con la pequeña en brazos.
No es el primer caso registrado en España. El filicidio —como se conoce la muerte violenta que da un padre o una madre a su hijo— sigue siendo un tema mediático y complicado por la brutalidad del acto y la cantidad de preguntas que suscita. Hablamos con expertos para intentar comprender qué lleva a una persona a quitarle la vida a su propio hijo.
Utilizar al hijo como arma arrojadiza para hacer daño al cónyuge
El caso de José Bretón, que asesinó a sus dos hijos para vengarse de su ex mujer, así como otra decena de casos sucedidos en España en los últimos dos años, son algunos ejemplos de cómo los padres llegan a matar a sus hijos para hacer daños a su pareja.
Regina Bayo-Borrás es psicóloga especialista en psicología clínica, psicoanalista y miembro de la junta del Colegio de Psicólogos de Catalunya. Ante todo, la especialista aclara lo siguiente: “Es muy complicada establecer un motivo sin conocer la historia de cada sujeto. Los factores son múltiples y sin conocer el historial de cada sujeto es muy complicado establecer una conclusión. Sin embargo, por la escasa información que se conoce podemos atribuir, en este caso, a un homicidio por venganza”.
¿Puede el odio ser más potente que el amor? Bayo mantiene que en muchas ocasiones el sentimiento de hacer daño, de odio, puede ser más fuerte que el del amor. Es su cara contraria. “Es un patrón bastante común. Los padres utilizan a los hijos como arma arrojadiza para hacer daño a su pareja o ex pareja. ¿Qué puede hacerle más daño a una mujer que quitarle la vida a sus hijos?”, añade.
La especialista hace hincapié en dos irregularidades en este caso concreto. En primer lugar, que el homicida pudiese abrir las ventanas. “ Una persona que está en un hospital, sea cuál sea su situación, puede sufrir vulnerabilidad o fragilidad emocional. Es una irresponsabilidad que el hospital no cumpla con unas normas de seguridad y contención cómo es poder abrir las ventanas. El sujeto probablemente habría cometido el homicidio en otro momento, pero como institución los hospitales saben las condiciones de estrés emocional a la que se encuentran sometidos tanto los pacientes, como la familia”.
La segunda irregularidad que subraya es la negligencia por parte de las Administraciones de Justicia. “En este caso hablamos de una persona con antecedentes de maltrato. Es un hecho que se repite. Los patrones de maltrato deben tratarse y seguir un estudio que explique y trate este tipo de conductas de la mano de profesionales. Solo así se conseguirán evitar casos como éste”.
La experta recalca la necesidad de conocer el historial personal en cada caso. “No tiene por qué tratarse de una enfermedad mental. Hablamos de un sentimiento de venganza destructiva al que se une la humillación, una herida abierta fruto de muchos factores que, en un determinado momento, desencadenan la acción de quitarle la vida a un hijo para hacerle daño a otra persona”, dice. “Son, por lo general, personas que han sufrido traumas y que se encuentran en una situación de desesperación que actúan de manera impulsiva”.
Jordi Blanch, Presidente de la Asociación Catalana de Psicología y Salud Mental de la Academia de Ciencias Médicas Catalana, también hace hincapié en este tipo de “conductas impulsivas”: “Muchas veces es un factor concreto que desencadena traumas o vivencias que han estado reprimidas durante mucho tiempo. El problema subyace en la dificultad de evitar esa impulsividad, porque no es predecible y la gran mayoría de las veces nadie de la familia sospecha nada”.
Envidia y exclusión
Aunque cueste entenderlo, el hecho de dar vida puede ser un factor que provoque envidia o exclusión en el caso de los padres. “ Muchos padres se sienten aislados y frustrados por el vínculo que se crea entre la madre y el hijo. Ese sentimiento es muy común y por supuesto no lleva al homicidio: de hecho, con el tiempo acaba desapareciendo. Pero en los casos en los que el hombre se siente desplazado y no se siente parte de ese vínculo ni se siente arraigado, esa herida puede hacerse más grande y provocar un sentimiento de odio que acabe por materializarse en un homicidio”, explica Bayo.
Bayo añade que este tipo de “envidia” puede estudiarse también desde una perspectiva de género: destruir el bien más preciado de la otra persona, la envidia de la capacidad reproductiva de las mujeres o que ese amor que la mujer da a su criatura —cuando es muy intenso y deja de lado todo lo demás— produzca un efecto de envidia por no poder tener esa capacidad.
Aunque no existe un perfil definido en el caso de los filicidas, los patrones explicados anteriormente suelen ser más característicos de los varones, pero las mujeres engrosan también la lista de homicidas. Entre los patrones más repetidos se encuentra la depresión post parto, la cantidad de hormonas y cambios por los que pasa la mujer y que incluyen sentimientos de tristeza o la incapacidad de hacer frente a la responsabilidad de cuidar de una criatura.
También se producen situaciones en las que la mujer no llega a desarrollar lazos materno filiales con el bebé y contempla a la criatura como un peligro y una amenaza para su vida.
Este tipo de trastornos o depresiones pueden manifestarse a las pocas semanas del parto y pueden alargarse hasta años.
Suicidio y homicidio
Por último, hay que destacar también los casos de suicidio en los que el homicida decide también quitarle la vida a su familia. El psiquiatra Francisco del Olmo habla de dos tipos de suicidio ampliado.
El primero de ellos son los que se llevan a cabo por lástima o depresión: el suicida, que ya había contemplado en otras ocasiones la opción de acabar con su vida, decide matar también a su familia, ya sean sus hijos o su pareja. “En estos casos, denominados suicidios por lástima, el suicida cree que sin su presencia el resto de los miembros de la familia serán vulnerables y no podrán seguir adelante, así que primero mata a la familia y después de suicida”.
El otro tipo de suicidio ampliado sería el de venganza. “El sentimiento de rabia y odio que lleva a una persona a quitarse la vida pero también a acabar con la de otras personas por frustración”, explica del Olmo. “El caso del Hospital de la Paz podría cuadrar en esta tipología: un padre que quiere acabar con su vida pero que también quiere hacer daño a su pareja, así que se suicida llevándose con él la vida de su hija”, concluye.
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