En una estrategia de defensa a la desesperada, el candidato republicano, Donald Trump, denunciará a Carlos Slim de estar detrás de los ataques de The New York Times en su contra.
Según una fuente de la campaña de Trump citada por el diario The Wall Street Journal, Carlos Slim, accionista de The New York Times y donador de la Fundación Clinton, esta tratando de favorecer la campaña de la demócrata, dañando la de Donald Trump.
“Atacando al multimillonario mexicano Trump golpeará varios objetivos a la vez. Podrá golpear a un deteriorado The New York Times, que según dirá ha tenido que ser rescatado por un extranjero como Carlos Slim”, aseguró este asesor de la campaña Trump citado por el periódico.
Consultado por The Wall Street Journal, un portavoz de la oficina de Carlos Slim negó estas acusaciones de Trump.
“Esto es completamente falso. No estamos interfiriendo en las elecciones de EU”, aseguró Arturo Elías, portavoz de Slim.
A su vez, el editor de The New York Times negó que Slim haya intentado alguna vez influir en la linea editorial del periódico.
Los ataques de Trump contra Carlos Slim se antojan una estrategia a la desesperada que busca apuntar contra ese enemigo identificado que es México. Una estrategia que le funcionó en la fase de las elecciones primarias, pero que difícilmente le sacará del lodazal en que se ha quedado entrampado entre denuncias por abuso sexual.
Apenas ayer, Trump arremetió contra el diario neoyorkino, al que acusó de difamarlo con víctimas de asalto sexual que, según aseguró, ni siquiera conoce. Además, amenazó con demandar a The New York Times, un recurso que el magnate ha convertido en poderosa herramienta para amedrentar a competidores en el mundo empresarial, a medios y a antiguos colaboradores.
“Esto es sólo un aterrador recordatorio de lo que una presidencia de Donald Trump traería consigo”, concluyó The New York Times en su editorial de hoy.
A su vez, el presidente Barack Obama se burló de la estrategia de Donald Trump denunciando una “conspiración de las élites globales” en su contra, un recurso que el candidato republicano ha explotado para tratar de presentarse como un representante legítimo de la clase trabajadora.
“¡Venga hombre!… ¿Trump un campeón de la clase trabajadora?”, se burló Obama durante un acto de campaña en Cleveland, Ohio, un estado sin el que el candidato republicano difícilmente podrá conquistar la Casa Blanca.
En medio de una frenética operación de control de daños, Trump busca un chivo expiatorio que le permita superar la peor crisis desde el inicio de su campaña presidencial, mientras sus aliados se multiplican por los principales medios de comunicación para tratar de sofocar el fuego iniciado por sus víctimas de asalto sexual:
“En el curso de las próximas horas tendremos listas las pruebas de que todas estas denuncias (de asalto sexual) son falsas”, promete el candidato a vicepresidente, Mike Pence, incapaz de sustanciar los desmentidos que nadie cree por adelantado.
Como un general alemán que avanza hacia el precipicio de una derrota anunciada, Donald Trump prosigue su marcha hacia ningún lado, entre amenazas y ataques nunca antes vistos en una campaña por la presidencia en EU.
Entre sondeos que se hunden por doquier. Con el cierre de operaciones de su campaña en el estado de Virginia, donde su desventaja se antoja imposible de acortar. Con los ejércitos de Hillary Clinton avanzando con paso firme por estados como Ohio, Florida, Carolina del Norte, Colorado, Nevada, New Hampshire y Pennsylvania, donde las oportunidades de victoria de Trump se antojan remotas.
“Ningún candidato en la era moderna de las encuestas ha remontado más de 4 puntos de desventaja en el último mes de la contienda por la presidencia”, asegura Steven Shepard, el experto en encuestas del periódico Politico.
En el estado de Ohio, sin el cual ningún candidato republicano ha ganado la presidencia desde que Abraham Lincoln resultó electo en 1860, Hillary Clinton se mantiene al frente de las encuestas con sólo el 1.6 por ciento, según el muestreo de Real Clear Politics.
En Florida, el estado que podría convertirse en el campo de batalla decisivo, Clinton le lleva a Trump una ventaja de 2.7 por ciento. En Carolina del Norte y Nevada, la ventaja de la demócrata es de 2.9 por ciento y 1.4 por ciento.
La más amplia ventaja de Clinton se localiza en Pennsylvania con el 8.4 por ciento, en Colorado 7.3 por ciento y en Wisconsin con el 6.7 por ciento.
“Atacando al multimillonario mexicano Trump golpeará varios objetivos a la vez. Podrá golpear a un deteriorado The New York Times, que según dirá ha tenido que ser rescatado por un extranjero como Carlos Slim”, aseguró este asesor de la campaña Trump citado por el periódico.
Consultado por The Wall Street Journal, un portavoz de la oficina de Carlos Slim negó estas acusaciones de Trump.
“Esto es completamente falso. No estamos interfiriendo en las elecciones de EU”, aseguró Arturo Elías, portavoz de Slim.
A su vez, el editor de The New York Times negó que Slim haya intentado alguna vez influir en la linea editorial del periódico.
Los ataques de Trump contra Carlos Slim se antojan una estrategia a la desesperada que busca apuntar contra ese enemigo identificado que es México. Una estrategia que le funcionó en la fase de las elecciones primarias, pero que difícilmente le sacará del lodazal en que se ha quedado entrampado entre denuncias por abuso sexual.
Apenas ayer, Trump arremetió contra el diario neoyorkino, al que acusó de difamarlo con víctimas de asalto sexual que, según aseguró, ni siquiera conoce. Además, amenazó con demandar a The New York Times, un recurso que el magnate ha convertido en poderosa herramienta para amedrentar a competidores en el mundo empresarial, a medios y a antiguos colaboradores.
“Esto es sólo un aterrador recordatorio de lo que una presidencia de Donald Trump traería consigo”, concluyó The New York Times en su editorial de hoy.
A su vez, el presidente Barack Obama se burló de la estrategia de Donald Trump denunciando una “conspiración de las élites globales” en su contra, un recurso que el candidato republicano ha explotado para tratar de presentarse como un representante legítimo de la clase trabajadora.
“¡Venga hombre!… ¿Trump un campeón de la clase trabajadora?”, se burló Obama durante un acto de campaña en Cleveland, Ohio, un estado sin el que el candidato republicano difícilmente podrá conquistar la Casa Blanca.
En medio de una frenética operación de control de daños, Trump busca un chivo expiatorio que le permita superar la peor crisis desde el inicio de su campaña presidencial, mientras sus aliados se multiplican por los principales medios de comunicación para tratar de sofocar el fuego iniciado por sus víctimas de asalto sexual:
“En el curso de las próximas horas tendremos listas las pruebas de que todas estas denuncias (de asalto sexual) son falsas”, promete el candidato a vicepresidente, Mike Pence, incapaz de sustanciar los desmentidos que nadie cree por adelantado.
Como un general alemán que avanza hacia el precipicio de una derrota anunciada, Donald Trump prosigue su marcha hacia ningún lado, entre amenazas y ataques nunca antes vistos en una campaña por la presidencia en EU.
Entre sondeos que se hunden por doquier. Con el cierre de operaciones de su campaña en el estado de Virginia, donde su desventaja se antoja imposible de acortar. Con los ejércitos de Hillary Clinton avanzando con paso firme por estados como Ohio, Florida, Carolina del Norte, Colorado, Nevada, New Hampshire y Pennsylvania, donde las oportunidades de victoria de Trump se antojan remotas.
“Ningún candidato en la era moderna de las encuestas ha remontado más de 4 puntos de desventaja en el último mes de la contienda por la presidencia”, asegura Steven Shepard, el experto en encuestas del periódico Politico.
En el estado de Ohio, sin el cual ningún candidato republicano ha ganado la presidencia desde que Abraham Lincoln resultó electo en 1860, Hillary Clinton se mantiene al frente de las encuestas con sólo el 1.6 por ciento, según el muestreo de Real Clear Politics.
En Florida, el estado que podría convertirse en el campo de batalla decisivo, Clinton le lleva a Trump una ventaja de 2.7 por ciento. En Carolina del Norte y Nevada, la ventaja de la demócrata es de 2.9 por ciento y 1.4 por ciento.
La más amplia ventaja de Clinton se localiza en Pennsylvania con el 8.4 por ciento, en Colorado 7.3 por ciento y en Wisconsin con el 6.7 por ciento.
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